El término digestibilidad es usado muy frecuentemente en la industria de alimento para mascotas y, puede ser definido en pocas palabras como el porcentaje de alimento que el organismo es capaz de absorber y utilizar para su desarrollo, crecimiento y mantenimiento; también se aplica a los distintos nutrientes o energía del producto y es, independientemente de la aceptación (palatabilidad), un atributo muy importante para ciertos segmentos del mercado (principalmente el de los alimentos premium y superpremium):

La digestibilidad de un alimento está íntimamente ligada a su formulación, calidad de las materias primas utilizadas, así como al proceso al que haya sido expuesto. La formulación influye mucho en la digestibilidad de los alimentos. No siempre una mayor cantidad de nutrientes en el análisis de garantía de un producto representa una mayor digestibilidad, es por eso que una formulación correcta, que utilice niveles adecuados de materias primas de calidad es muy importante para lograr buenos valores de este parámetro. La digestibilidad depende también mucho de la calidad de las materias primas que se utilizan en la formulación de los productos terminados y dependiendo del tipo de ingredientes que utilicemos, se modificará la digestibilidad de los alimentos.

Aunque en general el valor de digestibilidad más monitoreado es el de la proteína, no se deben perder de vista los demás nutrientes. En cuanto a la proteína, se cree que la de origen animal tiene una mejor digestibilidad que la de origen vegetal y esto no siempre es cierto ya que se pueden encontrar muy buenas digestibilidades en algunos concentrados o aislados de proteína de origen vegetal que al compararlos con algunas proteínas de origen animal como la harina de pluma mal hidrolizada, nos dará valores de digestibilidad relativamente bajos.

El procesamiento de los alimentos afecta significativamente su digestibilidad. Se sabe que un acondicionamiento y extrudizado mal realizado, da como resultado productos con digestibilidades menores a los alimentos que fueron procesados adecuadamente; lo anterior se debe principalmente a la deficiente gelatinización y cocción de los almidones.

Por otro lado, al lograr una buena mezcla, acondicionamiento y extrusión, se forman interacciones entre los diferentes ingredientes que modifican la digestibilidad de los productos. Existen métodos físicos y analíticos utilizados para medir indirectamente la digestibilidad de los alimentos, algunos de ellos son la medición de la gelatinización de los almidones, la densidad de los productos y la consistencia de las heces; a mayor gelatinización de almidones, densidades más ligeras y mejor consistencia de heces, se espera una mejor digestibilidad.

También hay protocolos de laboratorio utilizados para medir específicamente la digestibilidad de algunos
nutrientes (por ejemplo el método de digestibilidad en pepsina para evaluar la digestibilidad de la proteína de
origen animal, utilizada en las harinas de pollo, cerdo, res y pescado). La mejor manera de medir la digestibilidad de un producto terminado es realizar la prueba de digestibilidad in vivo, es decir, utilizando perros, para esto existen protocolos establecidos por entidades reconocidas internacionalmente como la AAFCO.

En conclusión, para tener como resultado una buena digestibilidad de los alimentos, es necesario contar con un buen sistema de calidad en nuestras fábricas, que monitoree constantemente a los proveedores de ingredientes tanto en sus procesos como en las materias primas que nos surten, además tener estándares de proceso que nos garanticen la mejor cocción de los alimentos y una buena fórmula que nos permita no solo tener un excelente desempeño en palatabilidad sino también en digestibilidad.